La innovación ciudadana, desde hace más de quince años, está madurando, extendiéndose, articulándose en red, en definitiva, poniéndose a prueba, con la ciudadanía en el centro. Tras el tremendo golpe que está significando el COVID19, ahora es el momento de afrontar una nueva fase de reconstrucción socioeconómica donde las respuestas y soluciones son experimentos sociales que deben contar con la imprescindible implicación de la ciudadanía. Entramos en tiempos de innovación forzosa, y la innovación ciudadana se ha convertido en la clave para generar la base social necesaria  que permita levantar en palanca las próximas transformaciones. Este proceso refuerza la confianza social en lo público, en tanto que hace partícipe a la ciudadanía de las soluciones a problemas complejos democracias complejas.


Documento elaborado por Ricardo Antón (ColaBoraBora / Wikitoki) y Laia Sánchez (Citilab) 
a partir de lo trabajado en el colaboratorio ¿Y si nos enredamos?, desarrollado durante la COVID19 entre los días 27 y 30 de abril de 2020 en el marco de Frena La Curva, en el que participaron más de una docena laboratorios y 150 agentes activos del ecosistema de innovación ciudadana.

Mayo 2020.

Descargar documento en pdf.

 

TIEMPOS COMPLEJOS, MEDIDAS AUDACES

Esta pandemia nos aboca a vivir una crisis compleja, llena de incertidumbre y de cambios. Aunque las señales llevaban tiempo emitiéndose, no las captamos a tiempo, o no las quisimos escuchar y al final se han evidenciado de tal manera que nos han obligado a parar a nivel planetario. Y ahora, después del confinamiento, resulta ineludible abordar muchos grandes retos y desafíos que son locales, estatales y globales a la vez. 

Por eso, hay que aprovechar esta situación en la que es necesario impulsar la recuperación y la regeneración para acelerar las transformaciones que teníamos pendientes. Estos cambios afectan a nuestra convivencia, a nuestros modelos productivos, y en gran medida vuelven a situar lo público en el centro de nuestro sistema social, político, económico y cultural. 

Al enfrentarnos a una situación crítica va a ser clave enfocar las estrategias de reconstrucción con una visión progresista y regeneradora, especialmente si queremos convertirla en una oportunidad para acometer la transición desde el mundo colapsado del que venimos, hacia otras posibilidades más sostenibles, responsables y equitativas. 

Además, para recuperar la confianza colectiva tras las medidas de distanciamiento social necesarias para frenar la curva de contagios, vamos a tener que contener y enfrentar una nueva curva altamente tóxica: la curva de la crispación y polarización provocada por agentes con intenciones partidistas que abanderan los nuevos populismos. 

Sabemos que la recuperación de la confianza se consigue gracias a las medidas de soporte social que ya se están tomando, pero también debe hacerse buscando y potenciando medidas audaces y nuevas formas de participación y gobernanza que refuercen los valores democráticos e impliquen a la ciudadanía en el proceso de reconstrucción social. Acciones basadas en compartir, co-crear, cuidar e innovar colectivamente para responder juntas a las dificultades que enfrentamos.

¿QUÉ INNOVACIÓN PARA QUÉ DESAFÍOS?

Para dar respuesta a los complejos retos actuales (aumento de las desigualdades, cuidados, destrucción del planeta, brecha digital, violencia machista, cambio del modelo productivo, reorganización del trabajo…), necesitamos una innovación multisectorial y multiagente, que hibride el conocimiento disciplinar experto con el más experiencial y vivencial. Una innovación planteada con una perspectiva amplia y transversal.

Esta ha de ser en primer lugar una innovación social (Mulgan, 2010) capaz de abordar retos y desafíos comunes de todo tipo, relacionados con cualquier ámbito de la vida: salud, medio ambiente, educación, modelos productivos, alimentación, movilidad, cuidados, desigualdades, conectividad…

También debe ser una innovación abierta (Chesbrough, 2003) que se desarrolla de manera voluntaria, colaborativa, transparente, escalable y transferible y que transforme tanto las formas de hacer (innovación científico técnica) como las subjetividades, lo simbólico, los valores y los relatos (innovación cultural). 

Y además tiene que ser una innovación pública que ponga en el centro la generación de valor público, tanto pensando en la renovación del propio sistema público, como en proyectos transformadores en sus distintos ámbitos de competencia. Una innovación que a los agentes tradicionales del sistema de innovación clásico formado por la administración, la universidad y la empresa, se sume a la ciudadanía como agente que va más allá de ser la destinataria final, y se incorpora como co-impulsora de sus propias soluciones, como co-productora del sistema de innovación ciudadana.

DESDE LA CUÁDRUPLE O QUÍNTUPLE HÉLICE

Esta innovación trabaja con una lógica de ecosistema que para su desarrollo debe cultivar relaciones significativas y alianzas transversales (disciplinares, competenciales, territoriales), desde la confianza, el reconocimiento y la reciprocidad, de forma tan corresponsable como proporcional, huyendo de operativas extractivistas más propias de culturas jerárquicas tradicionales, para conjuntamente fortalecer lo público.

Al situarnos en la lógica de articulación de los ecosistemas de innovación se plantea una superación del modelo de innovación de Triple Hélice y este se amplía primero incorporando la Cuádruple Hélice  para combinar las competencias, saberes y palancas de 1) la administración pública, 2) la universidad y los centros de investigación, 3) las empresas, y 4) los agentes sociales, incluyendo tanto al Tercer Sector como a la propia ciudadanía que representan a la cuarta hélice. Finalmente, conscientes de la importancia del contexto, se ha incorporado el territorio como ese quinto elemento que da lugar a un modelo de innovación de Quíntuple Hélice. Así la articulación y activación de un ecosistema de innovación entorno a un reto o desafío, además de a la ciudadanía, incorpora al propio hábitat como medio, siendo el contexto en que se genera y despliega la innovación. 

Quintuple Helix Model (knowledge, production and innovation) - Elias G. Carayannis, 2012
Quintuple Helix Model (knowledge, production and innovation) – Elias G. Carayannis, 2012


UN MARCO COMÚN DE REFERENCIA

Los desafíos a los que nos enfrentamos se pueden situar sobre un marco común de referencia, un espacio que como propuesto por Adolfo Chautón, tomando como base lo que Kate Raworth llama la Economía Rosquilla, conforma UN ESPACIO SEGURO Y JUSTO PARA LA VIDA. Un espacio delimitado por el centro por una base de MÍNIMOS SOCIALES que garanticen cubrir las necesidades básicas de las personas; y hacia el exterior, por el UMBRAL ECOLÓGICO del planeta, sobre el que con nuestras acciones tenemos que tender a tener un “impacto 0”. 

Un mapa de actuación que se enriquece con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como una herramienta global para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todes con horizonte 2030. Unos ODS divididos en dos grupos interrelacionados. Los ODS COMUNES, en los límites de la rosquilla, que deben estar presentes en todas nuestras acciones y tienen que ver, por un lado con el mínimo social (ODS 1 Fin de la pobreza, ODS 2 Hambre cero y ODS 3 Salud y bienestar) y por otro con el umbral ecológico (ODS 13 Acción por el clima, ODS 14 Vida submarina y ODS 15 Vida de ecosistemas terrestres. Y los ODS OPERATIVOS, que ocupan el centro de la rosquilla y varían en función de los intereses, objetivos e intenciones de cada proyecto (educación, equidad, energía, trabajo, ciudad, desigualdades, paz y justicia, agua y saneamientos, industria e infraestructuras, consumo).

Marco Común (Rosqueilla + ODS) - Adolfo Chautón, 2020Marco Común (Rosqueilla + ODS) – Adolfo Chautón, 2020


EL PAPEL DE LA INNOVACIÓN CIUDADANA

Ahora que el sistema de innovación incorpora distintos agentes, sectores y dimensiones, normalizando el capital cultural de la inteligencia colectiva, es importante poner el acento en la innovación ciudadana por ser la que hasta el momento ha estado más fuera del foco institucional, ha contado con menos recursos y está menos articulada. 

Este tipo de innovación ofrece oportunidades emergentes e incluso disruptivas, pero su mayor potencial  es que al partir de la ciudadanía, de las comunidades afectadas de aquello a lo que se necesita dar respuesta, esta innovación es la que puede contar con una mayor base social para su posterior desarrollo. Al promoverla se contribuye a superar retos concretos, pero también a generan nuevos escenarios que impulsen la confianza en lo público y la cooperación entre ciudadanía y administración, fortaleciendo los valores democráticos y trabajando desde lo que nos une, desde el bien común para construir juntas una sociedad con posibilidades y futuro.

Durante esta situación inédita que hemos vivido con la COVID19, igual que ha sucedido en tantas otras crisis y emergencias anteriores, la innovación ciudadana se ha expresado con toda su potencia. Ha ofrecido respuestas de manera emergente y autoorganizada dando lugar a soluciones de gran valor, llenas de creatividad, colaboración y solidaridad. Y gracias a todos sus recientes ejemplos hoy es mucho más evidente su capacidad para contribuir a abordar situaciones complejas y complicadas que por su dimensión y emergencia llegan a desbordar al propio sistema institucional y al mercado. 

Algunos ejemplos relevantes que han contribuido a dar respuesta a los retos durante la pandemia son: la producción de mascarillas y respiradores desde el movimiento CoronaMaker, la visualización de iniciativas y ofrecimientos de ayuda desde Frena La Curva, las innumerables redes vecinales de apoyo mutuo en tantos barrios o todos esos proyectos de innovación social que han cogido forma en hackatones para responder a los retos de la digitalización de la educación, de los cuidados y del propio trabajo o formas de consumo culturales.

Habiendo demostrado su valor, la innovación ciudadana debe a partir de ahora jugar un papel importante más allá de estos momentos de emergencia. Por eso es preciso incluirla en la agenda institucional y en las políticas públicas, para impulsarla, extenderla y que pueda estar presente de manera normalizada en lo cotidiano, desde escuelas, bibliotecas, centros de salud y los laboratorios ciudadanos, para acercarla a la gente, a sus problemáticas y a sus proyectos de vida. Y para ello es preciso crear las condiciones propicias para que la innovación ciudadana se convierta en un elemento clave para la reconstrucción de nuestra sociedad. 

ARTICULAR EL ECOSISTEMA DE INNOVACIÓN CIUDADANA

Para que el concepto de innovación ciudadana se desarrolle y se escale, su ecosistema -que es por definición abierto, plural y transversal-, necesita un mayor impulso desde lo público para reforzar su articulación. El ecosistema de innovación ciudadana funciona como una comunidad de comunidades a su vez conectadas con otras comunidades (cultura comunitaria, educación expandida, economía solidaria, intervención sociosanitaria…), y permite extender las nuevas formas de hacer y de responder a los desafíos desde todos los ámbitos de la vida. 

La innovación ciudadana cada vez cuenta con más recursos, infraestructuras y herramientas comunes (repositorios de proyectos, kits de metodologías de trabajo o la propia red de laboratorios) que facilitan la colaboración entre personas diversas, para experimentar y probar soluciones, para impulsar iniciativas que mejoren la vida en su barrio, su pueblo o su ciudad, y que si funcionan, puedan desarrollarse también a mayor escala y/o transferirse a otros entornos.

LOS LABORATORIOS COMO AGENTES INTERMEDIOS

El ecosistema de innovación ciudadana cuenta con los laboratorios como una pieza clave para su desarrollo, para visualizar y valorizar el ecosistema (agentes, interacciones, nodos, recursos, iniciativas…) y para hacer conexiones entre personas, ámbitos y territorios. Juegan un importante rol de interlocución y mediación, combinando para obtener mejores resultados, lo emergente y lo planificado, lo amateur y lo experto, lo informal y lo homologado, lo especulativo y lo aplicado, lo presencial y lo digital, lo micro y lo macro o el corto y el largo plazo. 

Los laboratorios ciudadanos son espacios seguros en los que aprender a participar a experimentar y coproducir. Espacios de encuentro y afinidad, donde se generan relaciones de confianza y colaboración, se crean comunidades de aprendizaje y práctica y se abordan retos concretos de distinta naturaleza a los que plantear soluciones innovadoras desde la perspectiva del bien común 

En los laboratorios ciudadanos se facilitan los principios, la operativa y las herramientas basadas en la inteligencia colectiva, el co-diseño y la experimentación colaborativa y abierta para que sea útil y aplicable a situaciones reales. Esto lo consiguen generando contextos y condiciones que fomentan relaciones de confianza e intercambio de conocimiento y experiencia entre sus participantes. De este modo contribuyen a socializar la cultura de la experimentación, de la prueba-error, y a minimizar el riesgo, compartiendo y atenuando la posibilidad de fracaso necesarias para innovar.

Dentro de las diversas tipologías de laboratorios ciudadanos cabe señalar los laboratorios de innovación pública. Un tipo de laboratorio ciudadano que se impulsa desde alguno de los distintos niveles administrativos y están orientados a trabajar los procesos de transformación e innovación del sector público. Algunos de los objetivos de los laboratorios son: el acercamiento entre las instituciones y la ciudadanía para la generación conjunta de valor público; el desarrollo de los ejes del gobierno abierto (transparencia, participación y colaboración); la mejora e innovación de políticas y servicios públicos; o abordar retos sociales y de las propias instituciones públicas.

UNA RED DISTRIBUIDA DE LABORATORIOS

La principal infraestructura de articulación del ecosistema de innovación ciudadana es un colaboratorio permanente o una red lo más tupida y diversificada posible, formada por laboratorios y agentes distribuidos por el territorio, que funcionan como nodos y generan circuitos que se tejen desde lo local, para continuar conectándose desde lo comarcal, regional y estatal, pero también internacionalmente, principalmente con Europa y Latinoamérica.

Esta red debe combinar laboratorios más especializados y referenciales (que además tienen la función de catalizadores, conectores, aportan metodologías, ayudan a sistematizar y evaluar…)  y lo hacen con laboratorios de proximidad conectados con realidades situadas y comunidades concretas.  Estos laboratorios ciudadanos pueden articularse en equipamientos preexistentes a los que incorporar una capa de innovación ciudadana en cuanto a formas de pensar y hacer (en escuelas, bibliotecas, ambulatorios, centros culturales y comunitarios, universidades, telecentros, oficinas de empleo…). 

Utilizando la metáfora del sistema público de salud (Serra, 2013) y sus distintos niveles, podríamos decir que esta red debe incluir desde algunos grandes hospitales, hasta numerosos centros de atención primaria, además de un nivel intermedio de ambulatorios y centros especializados. 

Durante la crisis de la COVID19, más de una docena de laboratorios ciudadanos de todo el estado y 150 agentes vinculados al ecosistema de innovación ciudadana, han contribuido a definir el marco común con el que poder construir un colaboratorio de laboratorios a nivel estatal. Entre los acuerdos a los que se llegaron durante las semanas de trabajo cabe destacar la priorización de las líneas de actuación en las que destaca el impulsar proyectos distribuidos y colaborativos que permitan capilarizar soluciones desde la subsidiaridad. Un acuerdo común que puede permitir federar proyectos de innovación ciudadana a escala estatal recogiendo las buenas pràcticas y cohesionando territorios.

POLÍTICAS PÚBLICAS DE FOMENTO DE LA INNOVACIÓN CIUDADANA

Para avanzar en la articulación y desarrollo del ecosistema de innovación ciudadana y aumentar su base social a través de alianzas, retos e iniciativas concretas, es preciso situar la innovación ciudadana en la agenda de la política institucional. Y para lograrlo, el impulso de la innovación ciudadana necesita ser parte de una política pública estratégica no partidista, que impulse un desarrollo social corresponsable, sobre la que buscar un acuerdo, un consenso político desde una altura de miras más allá del horizonte que marcan las legislaturas.

La innovación ciudadana necesita formar parte de una política dotada de estrategias, presupuestos y programas a corto, medio y largo plazo, a desplegar de forma transversal en distintos niveles: 1) de manera interministerial y/o interdepartamental, buscando interlocuciones claras y estratégicas, 2) entendiendo la innovación ciudadana, como un ámbito específico del Sistema de Ciencia Tecnología e Innovación, 3) pero también de forma transversal con el cumplimiento de la Agenda 2030, 4) con otros ámbitos verticales como los de educación, economía, cultura, medio ambiente, transformación digital, acción social, salud, deporte, movilidad, trabajo…, 5) combinando escalas territoriales, tanto a nivel estatal como autonómico y provincial, y 6) sabiendo que el máximo potencial de la innovación ciudadana está en su capilarización en la dimensión municipal, donde se produce una interacción más directa entre institución y ciudadanía.

APOYARSE SOBRE LO QUE YA HAY

Ahora que nos encontramos ante una situación que requiere de una reconstrucción social para la que debemos afrontar forzosamente una transformación sistémica, es el momento propicio para que el ecosistema de innovación ciudadana tenga la visibilidad reconocida y el apoyo necesario para desplegar todo su potencial. 

Actualmente el ecosistema de innovación ciudadana ya ha sobrevivido a los estragos de las crisis y los cambios de color político en todos los territorios del país. La madurez del proyecto que lidera la cultura de innovación ciudadana, sus agentes y sus resultados, nos permiten apostar por una nueva etapa en la que el concepto lab se afronte desde el reconocimiento a la labor desempeñada en los últimos quince años por estos instrumentos. Nuestro nuevo reto es incorporarnos a la reconstrucción del país con el conocimiento y la inteligencia colectiva que se ha gestado en estos años con multitud de agentes y laboratorios ciudadanos dispuestos a implicarse y hacer red en cada uno de los territorios.

¿PUEDE SER LA INNOVACIÓN CIUDADANA UNA DE LAS CLAVES PARA LA RECONSTRUCCIÓN POSTCOVID19?

PARA SABER MÁS Y SEGUIR TIRANDO DEL HILO

Terminamos con algunas referencias que puedan ayudar a tangibilizar y situar en lo concreto y operativo lo que hemos desarrollado brevemente en este documento:

  • El colaboratorio ¿Y si nos enredamos? se ha dedicado a pensar colectivamente sobre la articulación del ecosistema de innovación ciudadana de manera sostenida y sostenible. En gran medida, este documento es fruto del trabajo realizado en él, dentro del marco del proyecto Frena La Curva, que surgió a la par que la declaración del estado de alarma, y es una buena muestra de lo que la innovación ciudadana puede dar de sí y de su capacidad para extenderse y replicarse.
  • La articulación del ecosistema de innovación y la diversificación de la tipología de laboratorios para conectarlos con distintos contextos, es algo que se está reproduciendo en muchos ámbitos. Coincidiendo con ¿Y si nos enredamos?, se han reactivado los Laboratorios Bibliotecarios impulsados por el Ministerio de Cultura y Medialab Prado o se ha puesto en marcha un(in)pública, una red iberoamericana de universidades por la innovación pública o REACC, una red estatal de espacios y agentes de cultura comunitaria.
  • Desde hace años en el ámbito estatal existen numerosos laboratorios y programas de innovación como pueden ser: Bherria del Gobierno Vasco, Citilab en Cornellá, Coboi en Sant Boi, Cultura y ciudadanía del Ministerio de Cultura, Espacio Open en Bilbao, Fundación Cerezales Antonino y Cinia en Cerezales del Condado, Hirikilabs en Donostia, Intermediae en Madrid, LAAAB del Gobierno de Aragón, Las Naves en Valencia, Medialab Prado en Madrid, Medialab UGR de Granada, Sant Felui Innova en Sant Feliu, o Wikitoki en Bilbao. Y cada vez proliferan más comunidades y plataformas en red estatales e internacionales como CivicWise, Goteo, Impac Hub o Ouishare.
  • Estos laboratorios y programas cada vez tienden más a articularse como ecosistemas y redes para compartir recursos, intercambiar conocimiento, abordar proyectos en común y maximizar su impacto. Un buen ejemplo de política pública orientada a esta articulación colectiva es el programa CatLab de la Generalitat de Catalunya en el marco de la RIS3, que promueve la innovación digital, social y colaborativa buscando implicar al conjunto del tejido económico y social del territorio. También son buenas referencias en este sentido redes internacionales como la red europea de open living labs ENOLL o las redes iberoamericanas Innovación Ciudadana impulsada por la SEGIB o RedInnolabs impulsada por Novagob y CYTED.
  • Citizen-Driven Innovation: A Guidebook for City Mayors and Public Administrators, es una guía publicada por el Banco Mundial y la ENOLL en 2015 para acercar la innovación ciudadana a los responsables políticos y agentes de cambio en todo el mundo.
  • La perspectiva relacional de Quíntuple Hélice empieza a ser prioritaria en muchas estrategias y programas de la Unión Europea como RIS3 u Horizon Europe. En este artículo puede profundizarse en ello: Quintuple helix approach: The case of the European Union.
  • Movimientos como El Día Después ya basan su acción en el desbordamiento de los marcos de sentido y las relaciones habituales, proponiéndose como una incubadora de alianzas transformadoras desde las que plantear desafíos en torno a la transformación de las ciudades, los nuevos modelos económicos, la desigualdad, el medioambiente o la salud.
  • Una forma de buscar una implicación de la ciudadanía en la deliberación y la toma de decisiones sobre los asuntos públicos, y a la vez superar sesgos y que las decisiones institucionales encuentren un mayor contraste y legitimidad, son las asambleas y observatorios ciudadanos compuestos por minipúblicos elegidos por sorteo. En los últimos meses países como Francia, Irlanda, Reino Unido o Suecia han puesto en marcha distintos modelos de asambleas ciudadanas relacionadas con la cuestión del clima.
  • El Informe COTEC refleja cada año desde 1996 la situación de la I+D+I en España, en su edición de 2020 dedica todo un capítulo a la dimensión social de la innovación.
  • Para entender mejor la lógica de laboratorio pueden encontrarse guías e informes con numerosos casos de referencias y metodologías como: ¿Cómo lo hacen?, un benchmarking de laboratorios, programas y redes para la puesta en marcha de un iLab en el marco de la OGP Euskadi, Guía de laboratorios ciudadanos de Citilab, InnoGuía de la Junta de Andalucía o las numerosas publicaciones de la red NovaGob.


Participantes en el colaboratorio
¿Y si nos enredamos?

Aaron Murillo, Adolfo Chautón Pérez, Adrian De Miguel, Alberto Bokos Zarraga, Alberto Flores, Alfredo Puente, Amaia Gabilondo Jauregi, Amalio Rey, Andrea Apolaro, Ángel Vázquez Fernandez, Ángela Herrera Molina, Ángela Pedraza Munar, Anna Pinotti, Anto Recio, Arantxa Mendiharat, Artur Serra, Aurora Adalid Nuñez, Axel Moreno Gálvez, Benito Burgos, Berta del Río, Carlos Chiclana, Carme Rovira Riera, Carmen Castro García, Carlos Jiménez Martínez, Carlos Torres, Claudia Delso Carreira, Daniel Cruz Rovira, David Alfonsín Lareo, David Aurusa, David Gómez Fontanills, David Ribó, Diego Beltrán, Diego Chueca Gimeno, Diego Gracia Sancho, Diego Jiménez Mirayo, Efraín Foglia, Elisabetta Broglio, Elvira Feliu, Empar Polo Morte, Esteban Romero Frías, Ester Ávila Martorell, Félix A. Rivas, Fernando Vilariño, Gustavo Acosta, Ibai Zabaleta, Iñigo Lavin Rumayor, Irene Reig Alberola, Iris Cabrerizo Cebrián, Isabel Buigues, Ismael Peña-López, Iván Cuesta Fernández, Jaime Llorente Sanz, Javier Ibáñez Martínez, Javier Vázquez, Jesús Pérez Gómez, Jorge Fente Balsa, Jose Antxordoki Ducay, José Carlos Mota, Jose Llopis, José Luis Palacios, Jose Perelló, Josep Gesti, Josianito Lorente, Josune Razkin, Joxean Hernández, Juan Bueno Jiménez, Júlia Gomar, Julia Pineda, Julio Gisbert Quero, Karin Yancen, Laia Sánchez Casals, Lídia Alonso Gulin, Lina Vega, Lucas Barrero, Maje Reig Alberola, Malu Oliveir,  Manuela Herrera, Marc Gaixas Masferrer, Marc Payola, Marcela Arreaga, Marcos García, Marta G, Miguel Jaenicke, Natalia Balseiro Rodriguez, Nerea Azkona, Nerea Díaz, Nerea Gálvez, Núria Baldrich Mora, Nuria Portillo Poblador, Olivier Schulbaum, Pablo Muiño Pardo, Pablo Rodríguez Bustamante, Paz Sánchez Zapata, Pedro Garcia Conde, Piter Blanco, Rafael Monterde Díaz, Raquel Prado Pérez, Raúl Oliván Cortés, Rebeca Díez, Ricard Benítez Hernàndez, Ricardo Antón Troyas, Roberto M Varela, Rubén Domínguez Santana, Sergi Frías, Sonia Francisco Martín, Sonia Puente Landázuri, Susana Moliner Delgado, Thais Ruiz de Alda, Tina Codina, Tirs Abril. Tíscar Lara. Valentina Sánchez Ayluardo, Verónica Font Marotte, Vicente Traver, Víctor Jiménez Sánchez, VIoleta Assiego, Virginia Brussa, Wouter Tebbens, Xavi Domínguez, Xavi Puig.